martes, 28 de diciembre de 2010

Difusor para flash por un céntimo de euro o menos

Hola querido lector,

hoy prometo ser breve (no, no es una inocentada el comentario ni el post).

Como estamos en unas fechas de mujo trajín y compras, puedes darle un uso interesante a las bolsas si te gusta la macrofotografía.

Esta idea surgió de manera accidental un día lluvioso, y créeme que funciona realmente bien.

Sí, lo has intuído: meter la cámara con el flash externo (si usas un flash anular no te vale la pena) dentro de una bolsa de la compra, de color blanco, plano, para evitar montar una discoteca ambulante.

¿El resultado? Aquí tienes una muestra:



Como ves, se trata de una escena complicada de iluminar: o quemas la araña, o dejas la presa ligeramente subexpuesta.

La bolsa hace la misma función que un paraguas blanco translúcido: difumina la luz y evita la mayoría de reflejos, sin llegar a quemar la escena.

Nada más, hasta aquí por hoy.

¡Aprovecho la ocasión para desearte felices fiestas, año nuevo y muchas fotografías para el 2011!

jueves, 9 de diciembre de 2010

Intervalómetro y circumpolómetro DIY

¡Hola querido lector!

Después de unos días desconectado de todo y todos, vuelvo a la carga con una idea que lleva tiempo rondándome la cabeza, entre otras muchas.

Antes de comenzar a explicarte la idea, permíteme la licencia del palabro "circumpolómetro", pero no se me ocurría otra manera de describirlo, o al menos, no una condensable en una palabra.

Ah, ¿no sabes qué es una circumpolar? A grosso modo, consiste en sacar una fotografía de noche, con una exposición muy larga, de modo que salga un barrido de las estrellas a medida que gira el planeta sobre su eje (espero que no me quemen en la hoguera por esto). Si buscas un poco, encontrarás muchas imágenes de este estilo.

El término DIY significa Do It Yourself, o sea, háztelo tú mismo. Total, ¿para qué comprar un aparato plenamente funcional y estado pudiendo pegarte días diseñando el tuyo propio?

Hechas las puntualizaciones, vamos al meollo de la cuestión: aprovechando la última luna llena, y las ganas que tenían unos amiguetes de probar la fotografía nocturna, me puse al día con esta modalidad, con resultados cuanto menos, curiosos.

Si conoces/has practicado la fotografía nocturna, sabrás el curioso color que da la luz de la luna en una exposición larga. Si no has visto ninguna fotografía de este tipo, es el momento de que eches un ojo.

No pretendo extenderme en los detalles, pero sí te digo que los resultados no dejan indiferentes, y si mimas la exposición, puede parecer una foto hecha de día.

Como quiera que sea, estoy hablándote de unas fotografías con exposiciones del orden de varios minutos, y me estoy saltando el cálculo correcto de la exposición (no te va a funcionar el prueba y error... acabarás sin baterías y dormido sobre el trípode).

De hecho, en la última salida, fueron en torno a unos 4-8 minutos cada foto, ahí es nada.

La manera más común, normal, deseable y fácil es disponer de un intervalómetro: un aparatejo enchufado a la cámara, donde indicas el tiempo de exposición, y él se encarga de manejar la cámara.

Pues mira por donde... mi cámara no lo soporta. Divertido, ¿verdad? Esta es una de las pocas características que le faltan para ser perfecta (suerte que la D3000 de Nikon vino a suplir todas las carencias en la gama baja).

Como un servidor es hombre de recursos, pues tira de un mando a distancia (2-5 euros en ebay) y un cronómetro (el móvil te vale), amén de una paciencia de santo.

Eso está bien durante las dos - tres primeras fotos, luego empiezas a cansarte un poco, sobre todo por memorizar los cálculos de la exposición ideal, amén de que haya más gente con el mismo mando que tú, y montes una psicofonía de obturadores en un lugar remoto a oscuras. Y eso en el mejor de los casos, porque puedes desaparecer en misteriosas circunstancias...

Bueno, y esto es la parte simple, imagina hacer una circumpolar: 1-2 horas sacando fotos con varios minutos de exposición, y un intervalo de 5 segundos entre ellas (son datos aproximados). Si se te dan los arcades, es pan comido.

Aquí es donde entra en juego el título del post: ¿por qué no hacer un cacharrejo de pe a pa para suplir estas carencias?

No, no me he equivocado: mi cámara sigue sin tener soporte para conectar un intervalómetro, pero sí soporta el uso de mando a distancia, que no pasa de ser un led infrarrojo y un circuito con un temporizador.

Vas pillando la idea, ¿verdad?

Y googleando un poco, di con un tipo que se hizo un programita para disparar una cámara nikon desde un arduino, usando un led infrarrojo http://www.vonroth.com/Arduino/NikonIrControl/

Bien, las necesidades están claras y las piezas del puzzle también, ahora toca unirlo todo.

Eso será en la próxima entrega.

¡Hasta pronto!

jueves, 18 de noviembre de 2010

Decálogo de frases útiles

Hola querido lector,
hoy no voy a darte la brasa con inventos fotográficos, ni algoritmos complejos, o sin complejos.
Vengo a comentarte una serie de frases, que seguro habrás escuchado que pueden ser útiles en el día a día:



  • A ver si "pon algo aquí": olvídate, antes terminan los monjes de las torres de hanoi su trabajo, que avisarte esa persona.

  • Ya te llamaré: por supuesto, dejo la línea desocupada todo el día por si recibo tu llamada.

  • Eso es fácil: huye, corre, alístate en la legión o apúntate voluntario a la misión sin retorno a Marte. Créeme, cualquier cosa te parecerá trivial.

  • Está todo riquísimo: disimula, pon cara de complacencia, traga lo que puedas y luego ve al bar de enfrente a comerte un bocadillo. Todavía recuerdo un plato lleno de pelotas de grasa con cachos de carne.

  • ¿Me puedes hacer un favor?: mentalízate a pegarte hasta las tantas, mientras el sujeto solicitante de tu favor anda de parranda.

  • Oye, tú que sabes de X, a ver si puedes...: ¿pardon? ¿excuse moi?


Y la mejor de todas, la sublime, la maravillosa... ¿puedes arreglarme el ordenador?
¡Hasta la próxima!

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Cuestión de eficiencia

Hola querido lector,
hoy voy a hablarte de algo diferente, concretamente, sobre las alegrías de optimizar un algoritmo.
Vaya, si te dedicas al mundillo del software, estarás riéndote a carcajadas mientras te caes de la silla, o igual sólo le dedicas una mirada especial a esa persona que te fustiga para tener las cosas a menos dos días.
Bueno, no pienso enrollarme mucho en este post, asi que vamos al grano.
La historia de hoy viene a cuento de un cliente que solicitó generar una serie de códigos alfanuméricos, nada del otro mundo, ¿verdad?
Pones un montón de monos con máquinas de escribir, y seguro que algo sale, sin contar el tiempo necesario para transcribir los códigos, o comprar un scanner y un ocr (venga, anímate, estamos en crisis y hay que levantar a las pequeñas empresas).
Otra opción podría ser usar una máquina enigma, tecnología retro y muy robusta (o casi).
Ah, espera, no te conté un detalle: los códigos deben ser alfanuméricos, con un tamaño determinado y no repetirse ninguno de ellos.
Esto complica las cosas, ¿no crees?
Bien, digo complica, porque se me cayeron los ojos de las cuencas cuando el cliente me dijo que se tardaba como 48 horas en generar aproximadamente un millón de códigos.
¿Cómo? ¿48 horas? ¿Tienes un monje tibetano escribiendo códigos a mano?
No sé cómo ni quien lo hizo, ni quiero saberlo, pero merece arder lentamente en una pira crematoria.
Sin entrar mucho en detalles, da la impresión de haberse usado un algoritmo que genere un código, lo compruebe contra la lista de códigos ya generados, y así sucesivamente... ¿verdad que te suena a anidar dos bucles con el mismo número de ejemplares?
Insisto en que no conozco el algoritmo original, pero es plausible, o se habrían estado generando códigos desde el bigbang.
Ante semejante perspectiva, te paras, sales a coger aire, muerdes la pared para desahogarte (está dura, muy dura y no tiene calcio) y piensas, piensas, piensas...
El problema de pensar mucho una solución, es que acabas ofuscándote y no la encuentras, y de paso te ganas un buen dolor de cabeza.
Pasas a hacer otra cosa, o simplemente das un paseo, y... ¡bingo!
Haciendo memoria, recuerdas que los hashes son muy rápidos ... haces una prueba ... ¡et voilá!
Reduces el tiempo de generación, de 2 días a 40 segundos aproximadamente, para una muestra de 1 millón de códigos.
Mejor, ¿verdad?
Ten presente, antes de tirarte al cuello y pretender optimizar más el algoritmo, varios factores:



  • Cada código alfanumérico se genera con una función externa, más o menos compleja pero necesaria para garantizar una aleatoriedad suficiente

  • Tienes que almacenar los códigos generados de manera persistente (fichero, base de datos)


Sí, en efecto, se puede optimizar más el algoritmo, pero para un uso esporádico, va más que sobrado, ¿no te parece?.


Hasta aquí la historia de hoy, espero que lo hayas pasado bien leyendo estas líneas.

lunes, 15 de noviembre de 2010

Flash fuera de la cámara

Hola de nuevo.
Hoy no vengo a hablarte de botones, aunque seguramente alguien tenga algún tipo de parafilia sobre el tema y guarde botones en un cajón de la cómoda, mientras sonríe entre sombras... y es de que luces y sombras va el tema.
Todos sabemos que la fotografía es captar luz, ahora bien, el como hagas uso de la misma, es otro cantar.
Por supuesto, lo más evidente es salir a la calle (levántate y dejar el monitor un rato anda) en un día primaveral, soleado, de cielo azul y nubes blancas esponjosas, pillar un polarizador y al brete.
Esta es la parte fácil, de hecho, donde vivo, suele hacer buen tiempo casi todo el año, aunque tiende a llover cuando llevo el coche a lavar, o me dejo el anorak dentro.
Bien, un día soleado, sol, la cámara... y empiezan las sorpresas.
Los fotógrafos que lleven tiempo en el gremio estarán sonriendo, o roncando a pata suelta sobre la mesa mientras leen esta entrada, pero me gusta tanto este tema, que no puedo evitar comentar algo al respecto.
Como dije antes, un día soleado maravilloso facilita mucho el trabajo, aunque es relativo: debes tener cuidado el ángulo de la luz según la posición del sol.
No es lo mismo sacar una foto almediodía, cuando cae perpendicular y de lleno sobre uno, a las primeras horas de la mañana o de la tarde, ¿verdad? La luz del atardecer, maravillosa... si no existiera, habría que inventarla.
Bueno, todo este batiburrillo viene como entradilla al tema de iluminación artificial, y concretamente, con flashes externos (está de moda llamarlo strobist).
Sí, como estarás pensando, querido lector, hay más recursos: usar un reflector (los hay de diferentes tamaños, colores, formas, etc...), buscar una hora concreta del día, ponerse bajo una farola, usar lámparas (un día probaré a jugar con iluminación de interiores sólo con lámparas), etc...
Por creatividad no sea, de hecho, alguna sesión he hecho con reflector y es impresionante como un artículo tan simple puede aportar tan buenos resultados.
Volvamos a los flashes externos.
Hace tiempo me compré uno por ebay, un flash Yongnuo yn-465 para Nikon, un flash muy cuco: funciona bien, tiene un número guía ajustado (22 aprox.) y con un precio sumamente tentador (40 euros aprox. puesto en casa).
Tiempo después, también me agencié una pareja de disparadores remotos: yongnuo rf-602.
Prometido: esta compañía no me paga por hablar bien de sus productos, es que me han funcionado.
Como quiera que sea, empecé a juguetear con el modo TTL, repudiado por algunos, socorrido para muchos, especialmente en escenas de acción, como el macro.
Huelga comentar que este modo no funciona con los disparadores remotos, o al menos, no es lo habitual. Hay modelos muy superiores, y cables de sincronización, pero se me salen de presupuesto de largo, y tampoco lo echo en falta, la verdad.
Si llevas poco tiempo en la fotografía como yo (apenas 2 años), y estás empezando con los flashes, se te abrirán las puertas a un mundo nuevo.
No te hablo de poder iluminar usando el flash para la típica foto de de marcha, o frente al espejo, sino controlar las condiciones de iluminación a tu antojo, y hacer efectos curiosos, o cuanto menos, curiosos...


¿A qué viene todo este rollo? Bueno, llueve, hace frío y hay que entretenerse con algo, ¿no?
En serio: este Domingo tuve la oportunidad de realizar una sesión fotográfica con Priscila Qvdo.
Desde aquí, agradecerle una vez más su colaboración, y la paciencia siguiendo las instrucciones, pruebas de iluminación, etc... aunque con un pero, o varios.
El día amaneció nublado, gris (¿recuerdas el día primaveral? Ja! gracias que no valé el coche), y atardeció muy pronto (sobre las 18 ya era casi de noche).
Unos cuantos puntos en contra, pero un reto interesante.
¿Solución? La primera y más evidente es montar el flash sobre la cámara y liarte a disparar.
¿Por qué no lo hice? Pues mira... me parecía aburrido.
Sí, el manual dice que no deben haber sombras, y la iluminación debe ser homogénea, pero a mi me gusta ir a mi aire y romper las reglas de vez en cuando, defectos que tiene uno...


Para bien o para mal, querido lector, personalmente me gusta jugar con las luces y sombras, especialmente estas últimas, para dar volumen y sugerir. No estoy en contra de otros esquemas de iluminación, al contrario: cada estilo tiene su momento, y hay ocasiones que ser demasiado creativo puede cargarse una buena imagen.
¿Qué hice en esta ocasión? Bueno, tenía un flash externo, disparadores, trípode, una modelo encantadora, y poca luz ambiente.
Como también me gusta ser discreto, y no abusar de los efectos dramáticos (recuerda... cada cosa tiene su lugar y momento), tiré de flash colocándolo a un lado de la sufrida modelo.
Vamos a los detalles: en la foto que ilustra este post, usé el flash a la izquierda de la sufrida modelo, aproximadamente a una potencia de 1/16 y uno-dos metros, no recuerdo exactamente.
Suficientemente lejos para difuminar (no tengo paraguas), pero suficientemente cerca para iluminar sin estridencias.


Fácil y resultón, ¿verdad?
Podría haber jugado más con las sombras si hubiera esperado algo más de tiempo, pero me hubiera contaminado la imagen la luz de las farolas (no tengo geles para compensar la luz del flash), y la gente caminando por el parque.
Fíjate de nuevo en la foto, fíjate de nuevo, ¿te has fijado? Pues vuelte a fijarte.
A primera vista, apenas se nota el uso del flash: los escalones iluminados, Priscila también... pero si miras de nuevo, o si tienes un ojo entrenado, habrás caído en varios detalles.
Lo admito: se podría haber trabajado mejor la iluminación en los escalones, pero sin paraguas ni otro flash, poco había que hacer, y tanto de lo mismo con las sombras de las piernas y pies sobre los escalones.
Realmente, no me desagrada el efecto.
Sin duda, matar las sombras en los escalones hubiera bordado la iluminación, pero otra vez será.
De momento, fíjate en los brazos y la cara: hay una ligera sombra, suficiente para destacar las facciones y realzar la pose y mirada.


Obviamente, hay más fotos de la sesión, pero traté de centrarme en ese esquema: luz lateral, e iluminar la melena, dado que era bastante oscura respecto al resto de la escena.
¿Otros esquemas a probar? Muchos, sin duda, todavía queda un largo trecho por delante, e ideas no faltan, poco a poco.
Un detalle, por si estás pensando en como hubiera quedado un flashazo de frente: fíjate en los zapatos, el destello se hubiera notado bastante, aunque se pudiera arreglar con photoshop (personalmente prefiero retocar sólo si hace falta).


Y hasta aquí por hoy, querido lector.
Espero te haya resultado interesante esta entrada.
Por cierto, si alguien sabe cómo narices forzar wordpress para que coja los estilos en los bordes de las imágenes, se lo agradezco mucho.

viernes, 12 de noviembre de 2010

"Señor Cristo, ¿tiene dos botones de camisa ?"

Con este curioso título empieza la anécdota que da nombre a esta web (realmente el blog es la primera parte pero no se lo digas a nadie, será nuestro secreto).
Antes de comenzar, y para quienes no me conozcan, comentar que cuento las anécdotas haciendo gala de mucho sentido del humor, aunque siempre desde el respeto.
También quiero hacer llegar mi reconocimiento para Masao, una gran persona, profesional y amante de la fotografía, asi como al personal del SAT de Nikon en Las Palmas, excelentes profesionales.
Vaya desde aquí un afectuoso abrazo (si lees esto, recuerda que te debo dos botones de color rosa).
Empecemos la historia!


Hace cosa de una semana, llevé mi cámara a limpiar, una Nikon D40 que adquirí hace dos años, y me ha brindado una nueva perspectiva del mundo que me rodea, aparte de una insana afición por perserguir todos los insectos a mi alrededor (algún día contaré la anécdota de la cucaracha incomprendida).
Seguramente habrá alguien pensando que uno mismo puede limpiar el sensor, y sí, es cierto, se puede hacer, pero yo prefiero no arriesgarme, cosas que pasan.
Total, me fui al SAT, donde me atendieron muy amablemente, recogiendo la cámara, mochila y objetivos para su limpieza, junto a los correspondientes filtros.
Hasta ahí nada del otro mundo, de hecho, salí contento e incluso me trataron de señor (o me hago viejo o las buenas maneras se están perdiendo).
No tendría mayor repercursión, si no fuera porque a las dos horas de dejar la cámara, recibo una llamada de teléfono... (aplíquese acento japonés al interlocutor)


Interlocutor: "¿Señor Cristo?"
Yo: "esto ... ¿si diga?"
Interlocutor: "Señor Cristo, le llamo del SAT, ¿no tendrá dos botones de camisa de dos cm de diámetro?"
( *cara perpleja )
Yo: "pues mire, va a ser que no"
Interlocutor: "¿seguro que no?¿no tiene costurero en casa?"
( cara de perplejidad - bis)
Yo: "seguramente pero no sé si de esas carac..."
Interlocutor: "no hay problema, busque unos del color que le guste"
Yo: "¿para qué son?"
Interlocutor: "aaaah sorpresa"
Tu tu tu tu tu tu tu ...


Vaya, la intriga me cae encima cual balde de ácido corroyéndome hasta las entrañas.


Ante lo peculiar de la situación, y esto es importante, un servidor cuelga la ocurrencia en su muro de Facebook, para deleite de los contactos.
Créeme: nunca había sido capaz de crear semejante expectación.
De hecho, pensé en poner un servicio de sms por pago para revelar el desenlace (la crisis es la crisis y el ingenio se agudiza, no vayan a decir que uno no busca soluciones).


Total, pego a buscar los dichosos botones:


- Revolver costurero.
- Preguntar si hay botones en casa de las características solicitadas (la intriga crece como un tsunami).
- Revolver otra vez el costurero.


Como era de esperar, no aparecen los dichosos botones, pero como uno es hombre de recursos, se planta al día siguiente en la mercería para comprar dos botones negros de camisa, con un diámetro de dos centímetros, y no dos, sino cuatro, no vayan a faltar y tenga que dar media vuelta.


Salgo a Las Palmas y paso por el SAT para recoger la cámara, la incertidumbre y la curiosidad in crescendo.
Llego, presento la orden de trabajo, y los dos botones.


Yo: "... y traje los dos botones que me pidieron"
Dependiente: " ... :| "
Yo: "sí, es que me llamaron pidiendo unos botones"
Dependiente: " ... :| "

Total, va a buscar al técnico y al poco viene el interfecto, alternando una sonrisa de oreja a oreja con una disimulada risa (algo me dice que no se esperaba que llevara los botones).
Le entrego los botones y una tapa de objetivo, eso sí, haciendo gala de otra dosis de secretismo.
Al ratito vuelve ... y se desentraña el misterio.
Admito que no me esperaba lo que vi ...


¿Preparado para verlo?


¿Seguro?



He ahí el desenlace a tanta intriga: un par de botones situados a cada lado de la tapa del objetivo, facilitando la aperta de la misma cuando usas el parasol (comprobado que ayuda), y de paso, saber donde te dejas la tapa (abulta tanto que es imposible no notar donde se queda).
Todo un alarde de imaginación y pericia, dicho sea de paso.


Y aquí, querido amigo lector, finaliza esta entrada.
Espero que hayas disfrutando leyéndola, ¡hasta la próxima!


* Quien me conozca sabrá que soy sumamente expresivo

jueves, 11 de noviembre de 2010

Empezamos

Hola,


bienvenido a este rinconcillo desde el cual pretendo compartir ideas, experiencias, anécdotas y trucos de todo tipo.
Para abrir boca, el próximo post hablará sobre la anécdota que dio origen a esta web.


Hasta la próxima!